’LA FELICIDAD DESEABLE DE UN PUEBLO: HÉCTOR MELESIO CUÉN OJEDA ’

Fecha: 30/12/2013 | Autor: Dr. Héctor Muñoz | Categoría: Noticia

La felicidad de un pueblo debe traducirse en bienestar concreto, a partir, cuando menos, de la satisfacción de sus necesidades elementales, para que viva con dignidad. Dicha felicidad debe ser cotidiana, constante y perdurable; no sólo ocasional o momentánea, que se esfume en una noche de sueño. Tampoco debe ser simple expresión de deseos, sino ir acompañada de acciones efectivas que tiendan a ella. En conductas que armonicen con esa dignidad en todas sus dimensiones. Ello implica asumir un comportamiento congruente, fincado en principios éticos universales. Es dirigirse al deber ser, o al ideal humano. Para llegar a ese comportamiento, es necesario, entre otros, dimensionarnos frente al tiempo y espacio universal infinito. Reflexionar en ello, nos permite situarnos como mejores seres humanos. Como personas solidarias, en constante búsqueda de la felicidad de nuestros semejantes. De allí surge la mística de servicio a nuestros congéneres. Con dicha mística, tatuada en lo más profundo de nuestro corazón y de nuestra conciencia, nos permitimos luchar por la felicidad y bienestar de nuestro pueblo. Se trata de una lucha por un bienestar concreto del pueblo entero. En él se hallan todos los sectores e individuos, sin importar su condición social o económica, sus circunstancias personales, sus creencias y filiaciones. Por lo que a todos se les respeta por igual, tal y como funciona un Estado Constitucional y Democrático de Derecho. Este funciona de mejor manera cuando su accionar permanente se dirige a la felicidad del conglomerado social, a mantener la armonía, a estar en constante lucha por mantener la paz y seguridad perdurable. Para que esta exista, deben estar satisfechas las necesidades básicas. Ello implica que no debe haber pobreza, mucho menos pobreza extrema. Todos deben tener en su mesa los alimentos que se requieren para una nutrición adecuada, contar con un empleo, con una vivienda digna, con servicios de salud universal, con educación para los hijos, con espacios y posibilidades para la recreación sana, entre otros. Aparte de lo material, debe existir también armonía con la parte espiritual para que haya felicidad plena. Al hablar de la parte espiritual, no nos limitamos al espacio de la fe teológica o a la cuestión religiosa -que por cierto la respetamos en todo lo que vale y significa para cada quien-, sino a la dualidad constitutiva del ser humano: cuerpo y alma. Negar a esta última, es negar a la existencia de la conciencia y en cuya dimensión se sitúa la felicidad de toda persona, aunque esta sea subjetiva y relativa, porque cada quien le asigna el valor a las cosas o a las personas, ya sean materiales e inmateriales. A las cosas, como a las propiedades o posesiones, suele asignárseles un valor en numerario, mientras que a las personas, como individuos, ya sean familiares, amigos o conocidos, les tenemos un aprecio, pero este es inmaterial, aunque inmensamente superior a lo material. Ambos elementos brindan bienestar y este, finalmente, se traduce en felicidad. En otras palabras: tener un techo y los alimentos en nuestras casas, así como ver a todos los que nos rodean en condiciones dignas y sin discriminación alguna, nos colma de felicidad, pero más cuando esta es constante y perdurable. A eso aspiramos como seres humanos. Para eso luchamos como dirigentes: por la felicidad del pueblo entero. Por eso han visto ustedes, amigas y amigos lectores de esta colaboración periodística, tantos programas y la realización de tantas acciones concretas del Partido Sinaloense, desplegadas a lo largo y ancho de nuestra entidad, por valiosos colaboradores con un altísimo sentido de solidaridad y mística de servicio admirable. Esta es la característica emblemática que distingue al PAS y a sus integrantes. Por eso cada día se integra a sus filas muchísima gente, sobre todo porque observan en nosotros que practicamos la congruencia, porque de la palabra pasamos a la acción y a los resultados concretos, a los hechos reales que poco a poco se traducen en la felicidad del pueblo.   Por esta felicidad es por la que luchamos todos los días, de manera intensa; queremos que sea constante y perdurable. Que se manifieste en el bienestar de la gente todos los días del año, no sólo en esta época decembrina y de año nuevo. Por eso no sólo deseamos que todo el año 2014 sea para todos nosotros, los sinaloenses, de realización plena, sino que también encontremos la felicidad, la paz interna y las condiciones para ello, sino también que continuemos luchando para lograr ese propósito. Es un reto personal. Todos los días tenemos 24 horas para lograrlo. Felicidades y Gracias, de verdad, por todo su apoyo, todo este tiempo. Como Diputado, como dirigente del PAS y como ser humano, apoyaremos a toda la gente de Sinaloa.

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